Críticas

Carlos Sáez

La primera vez  que lo ví era un chiquillo de gestos nerviosos y mano enérgica, y miré aún más lejos. Adiviné que el gusano de la pintura -más bien una tenia solitaria que se alimenta de todo lo que uno ingiere por los sentidos- estaba ya en su interior. No me equivoqué. Aquel niño callado de pelo negro y ojos ligeramente hundido se ha convertido en un joven licenciado (en Bellas Artes) de pelo ralo ojos huidizos con una tenia de tamaño descomunal. Y es que su hambre pictórica, sus ganas de aprender técnicas nuevas, de trabajar soportes  de todo tipo (cartón, lienzo, tabla, pared…); de ver cuadros, revistas, fotografías, películas, paisajes y otros cientos de cosas y seres no tiene límite. 

Aunque tal vez me equivoque. Veo sus últimas obras y puede que esté demorándose temporalmente en las múltiples posibilidades del paisaje, en la diversidad de gamas cromáticas del campo castellano-leonés.

Lo he visto este verano con sus bártulos por concursos de nuestra provincia  “alimentándose” de todo lo que ve y creo que ha aprendido a visualizar y manejar mejor los colores -a la manera postimpresionista, pero, evidentemente pintados de un modo más enérgico-.  Colores y trazos tamizados también por el expresionismo y postmodernismo y otros “ismos”, y filtrada la mirada por la observación atenta de muchas obras de pintores más o menos consagrados pero interesantes –intuyo que Sánchez Carralero, Chuchi Arribas y María José Castaño, además de Rothko, Richter, Barceló, De Kooning, Baselitz y algunos más están entre ellos-.

Puede que esté equivocado pero creo que esta exposición es un alto en el camino, unas vacaciones paisajísticas antes de continuar el viaje hace unas sensaciones, buscando alimentar cada día esa tenia hambrienta insaciable que todos los pintores llevamos dentro. Suerte en la parada y feliz viaje, Rodrigo.

Carlos Sáez

Pintor y profesor de la Academia Provincial de Dibujo de Burgos.