Hay en la pintura de Rodrigo Alonso Cuesta (Burgos, 20 de Enero de 1982) pinceladas de búsqueda constante, de una curiosidad voraz y creciente que le sugestiona hacia el encuentro con el detalle, con el color preciso y con el marco adecuado. No en vano, Rodrigo ve “la forma como la razón y el color como el sentimiento”, y en ese tapiz imprime lo que su virtuosa, y anárquica, imaginación, propone en forma de torrentes.
Influido por la pintura de Peter Doig y David Hockney, Alonso Cuesta ha tomado del “Universalismo Constructivo” de Joaquín Torres García algunos principios básicos que sirven para entroncar su pintura: “El rechazo de la mímesis, ir un paso más allá de la imitación para llegar a la esencia, para saltar hasta lo primitivo y conectar entonces con lo cósmico”. Algo que se refleja bien, por ejemplo, en los vidrios de la exposición “Más Real”.
Licenciado en Bellas Artes y en Comunicación Audiovisual, Rodrigo Alonso Cuesta ha estudiado en las universidades de Salamanca, Burgos, Lieja, Vila Real y La Laguna; y en todos esos lugares su retina se ha cargado de luz. Alumno del gran Antonio López, Alonso combina de forma elocuente su brillante educación formal con la búsqueda de paisajes en el blanco de una calle inmaculada portuguesa, entre el fugaz vaivén de una isla cuyo puente son los aviones o a través de un embarcadero infinito ubicado en cualquier costa. Porque Rodrigo se ha enfangado hasta las orejas de puntos de vista. Porque su pupila sabe detener la imagen en esa tierra, llamada Arte, a la que solo algunos pueden mirar de frente.
Rodrigo, que ya ha expuesto sus obras en los salones de Venecia, se convierte por derecho en un pintor de referencia, cargado de una mirada distinta que lo convierte en imprescindible.
Roberto Merino
Periodista y profesor de Historia.