EL MEJOR CAMINO
Rodrigo Alonso Cuesta es un artista de gran personalidad, cuyas obras son tan variadas como inconfundibles. Domina varias técnicas (el carboncillo, la acuarela, el óleo, la pintura digital, el collage, el grabado…) y cultiva distintos estilos y temas (tiene obras abstractas, pero también retratos y paisajes a veces más clásicos, otras más atrevidos o con aire pop, siempre llenos de encanto y simpatía). A mí me admira su capacidad compositiva, y, sobre todo, el uso atrevido y desenfadado del color, con el que transmite una sensación inolvidable de inmediatez, alegría y poder. Me imagino que muchos pintores temerán coincidir con él en una exposición colectiva, porque los cuadros de Alonso Cuesta captan al instante la atención del espectador y a su lado es fácil que palidezcan otras propuestas. Sus paisajes y retratos tienen algo de cebo (o, mejor, de festín) para la mirada. A uno le gustaría habitar esos paisajes, recorrer las carreteras que muestra, conocer a sus retratados y hablar con ellos.
Si la exposición es individual, como esta de Buen camino (¡qué buen título para un autor tan andariego y tan sensible a lo que se va encontrando!), entonces uno tiene la sensación de entrar en una fiesta en la que todo es llamativo y feliz. En Buen camino aparecen algunos de los temas predilectos del artista: los paisajes (tanto urbanos como rurales) y los retratos. Curiosamente, los primeros están deshabitados, completamente vacíos. Las personas, por su parte, están representadas casi siempre en espacios desnudos, normalmente con un fondo plano a sus espaldas, sin que podamos intuir dónde posan. Así que el espectador se convierte en el nexo entre unos y otras, entre el escenario y el alma humana. Ambos están hermanados por el uso del color. Alonso Cuesta les saca los colores (amablemente, porque es un artista radiante) a la catedral, al arco de Santa María, a sus modelos e incluso a él mismo (porque no renuncia a retratarse).
Son todas obras irresistibles, exultantes, llenas de alegría. Buen camino es la frase con el que, en la ruta jacobea, se saluda al peregrino. El camino de Rodrigo Alonso Cuesta conduce al país de los colores. Y qué a gusto se está allí.
Óscar Esquivias
Escritor